¡Hola chic@s! ¡Ya estamos aquí con el primer capitulo! ¡Esperamos que os guste! En principio la historia va a funcionar por POVs, pero puede que haya momentos en los que se cuente la historia desde un narrador externo ¡Nuevo personaje! ¡Justin! De momento, sólo decir dos cosas: es un amigo de Blaine y Kurt en Dalton y puede que en el el futuro tenga algo que decir respecto a Rach... ¡Aquí os dejamos el capi! ¡Esperamos que os guste y comentéis! ^^!Con esto sólo queda decir: ¡RACHEL BERRY AL PODER! PD: Ni Glee ni sus personajes nos pertenecen Cáp. 1- RenacerPOV RachelLas horas pasaron mientras seguía corriendo calle abajo tan rápido como podía, intentando no pensar en la escena que acababa de presenciar frente a su casa. Por más que trataba de buscar una explicación a todo aquello, no la encontraba. ¿Cómo había podido perdonarla a ella, la chica que le mintió de la forma más horrible y le traicionó de la manera más cruel? ¿Por qué sí podía darle una oportunidad a Quinn y no a mí, que simplemente había besado a un chico para darle celos? Tal vez sólo los había visto abrazarse, pero aquel simple gesto mostraba más cosas de las que aparentaba. Finn seguía sintiendo cosas por Quinn por el modo en el que la miraba y el hecho de saber esto me rompía aún más el corazón.
Las lágrimas se agolparon una vez más en mis ojos, dificultándome la visión, por lo que dejé de correr y miré alrededor. Sin darme cuenta me había alejado varios kilómetros del barrio y ahora estaba en una antigua plaza de Lima, que en otro tiempo había ocupado la zona central de la ciudad, y no sabía cómo regresar a casa.
En un principio pensé en llamar a mis padres, pero estaba segura de que se preocuparían mucho y luego me regañarían por huir de esa manera, así que decidí recostarme sobre el borde de la fuente que había en el centro del lugar, mientras me encogía sobre mí misma abrazando mis rodillas. El frío del mármol hizo que se me pusiera la piel de gallina, pero eso ahora no importaba. Me giré para fijar mi vista en el cielo estrellado, admirando su belleza mientras trataba de mantener la mente en blanco y simplemente olvidar todo el dolor y el sufrimiento que había a mi alrededor. Con el paso del tiempo sin darme cuenta comencé a llorar de nuevo, recordando una vez más todos los momentos que había vivido con Finn y lo mucho que lo necesitaba en este momento. A medida que pasaban los minutos, el sonido de mis débiles sollozos se entremezcló con el hermoso y relajante sonido que
producía el agua de la fuente al caer. Poco a poco mi llanto se convirtió en un frágil murmullo, hasta que noté que el cansancio me invadió por completo y todo oscureció de repente.
POV Justin Definitivamente, este viernes había sigo agotador. Las clases se reanudaban en tan sólo unos días y la Academia Dalton había organizado una serie de ensayos de urgencia todas las mañanas para el Glee Club, a los que era obligatorio asistir. Por otro lado, teniendo en cuenta que el entrenador del equipo de rugby también había preparado un entrenamiento intensivo que había durado toda la tarde, podría decirse que mi día no podía ir peor. Al llegar la noche estaba realmente estresado, así que decidí que lo mejor sería salir un rato a hacer un poco de footing, para despejarme. En cuanto llegué a mi cuarto del entrenamiento, me quité mi uniforme a toda prisa y entré corriendo al cuarto de baño para darme una ducha rápida, que me ayudara a relajarme un poco.
Cuando terminé de cambiarme, cogí mi mp4 y me escabullí como pude de la academia, preparado para escapar de todo aquello y simplemente dejarme llevar por el sonido de la música en mis oídos. Comencé a correr con un ritmo lento pero constante, no tenía prisa y aquella noche el viento soplaba suavemente, de modo que me dejé guiar por aquella suave brisa, al tiempo que aceleraba el ritmo.
Cuando quise darme cuenta, me encontraba al sur de la ciudad, concretamente en la antigua plaza central de Lima. Me quité los auriculares de mis oídos, al tiempo que giraba la muñeca, para comprobar la hora. Ya daban más de las doce, y el lugar se encontraba totalmente vacío. Me acerqué rápidamente a la fuente que había en el centro para refrescarme un poco el rostro, cuando una pequeña figura captó al instante toda mi atención. La curiosidad me invadió de repente y no pude evitar acercarme, preguntándome qué hacía aquella chica en ese lugar completamente sola. Una vez me encontré a su lado, descubrí con asombro que se trataba de aquella preciosa chica morena amiga de Kurt y Blaine a la que habíamos acompañado a su casa tan sólo unas semanas atrás.
Sin darme cuenta, mi cuerpo cada vez estaba más cerca del de ella y no pude evitar sentir una inmensa ternura al verla encogida sobre sí misma, abrazándose las rodillas. De nuevo me pregunté qué haría aquella chica cuyo nombre no conseguía recordar en un sitio tan alejado como éste y a estas horas de la noche. Me llevé una mano a la nuca, mientras trataba de recordar la dirección exacta dónde ella vivía. Cuando por fin la recordé, la cogí con cuidado entre mis brazos y retiré suavemente uno de los mechones de su peinado que se había descolocado. Al momento su dulce perfume me embriagó por completo… ahora la recordaba… aquella era la chica de la sonrisa bonita que me había hipnotizado desde el primer momento en que la vi. El sonido de ella hablando entre sueños hizo que sacudiera mi cabeza con
rapidez, al tiempo que ella se acurrucaba entre mis brazos, aquel simple gesto me sacó una enorme sonrisa, mientras cargaba con ella de vuelta a su casa.
POV RachelA la mañana siguiente, abrí los ojos y descubrí con asombro que me encontraba en mi habitación. Me incorporé con cuidado y miré a mi alrededor, tratando de recordar cómo había regresado a casa la noche anterior, ya que lo último que recordaba era aquella pequeña plaza y el relajante sonido de la fuente. Justo en ese momento, mis ojos se detuvieron en una pequeña fotografía enmarcada que descansaba sobre mi escritorio. Aquella era una de mis imágenes preferidas, pues era una de las primeras instantáneas de Finn y yo nada más comenzar nuestra relación, en los regionales. En ese momento la cruda realidad cayó ante mis ojos como si me hubiesen dado una bofetada y sentí como mis ojos se humedecían, sintiéndome realmente miserable de nuevo al pensar en él. Justo cuando la primera lágrima se deslizaba solitaria por mi mejilla, alguien llamó a mi puerta, haciendo que me sobresaltara, al tiempo que llevaba mis manos al rostro, para borrar cualquier evidencia de que había estado llorando para después dar permiso a aquella persona para que entrase.
-¡Princesa!- exclamó mi papi Leroy, al tiempo que corría hacia mí, para estrecharme con fuerza entre sus brazos- ¡Por fin has despertado! ¡Ni te imaginas lo preocupados que hemos estado tu padre y yo cuando aquel muchacho te trajo ayer a casa inconsciente!
Las últimas palabras de mi padre se quedaron grabadas en mi cabeza, al tiempo que luchaba con todas mis fuerzas por librarme del abrazo de mi padre, que me estaba dejando casi sin respiración.
-¡¿Cómo?! ¿Alguien me trajo a casa, papi? ¿Pero… quién?- no pude evitar preguntar, muerta de la curiosidad.
-¡Era un chico de lo más amable!- apuntó mi padre, totalmente entusiasmado- ¡Alto y de pelo castaño! ¡Qué lástima que se fue sin siquiera decirnos su nombre!
-¿Cómo? ¡¿Pero cómo no le preguntasteis?!- exclamé, enfadada conmigo misma al no recordar nada de lo que había pasado aquella noche.
-¡Bueno, cielo! ¡Era la una de la mañana y estábamos muy preocupados por ti! ¡Ya íbamos a llamar a la policía y todo!- se defendió mi papi, con un gesto de preocupación en el rostro.
-¡Lo siento! ¡Perdóname por haberte hablado así! ¡Ayer me quedé dormida y perdí la noción del tiempo!- me disculpé, pues me hacía una idea de lo preocupados que debían de haber estado durante todas aquellas horas en las que no aparecía ni les cogía el teléfono.
-¿Pero… no ibas a casa de un amigo, cielo?-Sí, precisamente eso hice… pero luego me puse a caminar y… estaba tan cansada que me quedé dormida…- mentí, pues no quería preocuparle.
En ese momento de nuevo el sonido de la puerta me distrajo de mis pensamientos, encontrando tras ella a mi papá, que portaba con él una bandeja, con lo que debía de ser mi desayuno.
-¡Ya se despertó la princesa de la casa!- dijo mi papá con una sonrisa, al tiempo que se acercaba para depositar la bandeja sobre mis muslos- ¡Buenos días, cielo!
-¡Hola, papá! ¡Buenos días!- dije con una sonrisa tímida, al tiempo que contemplaba maravillada mis tostadas y mi zumo de naranja natural- ¡Mmm! ¡Qué bien huele todo! ¡Sois los mejores padres del mundo!- dije abrazándoles- Prometo que lo de ayer no volverá a repetirse.
En ese momento noté como mi papá se tensaba, mirándome con una mezcla de enfado y preocupación.
-De eso precisamente te quería hablar, Rachel. Por nada del mundo queremos que esto vuelva a repetirse, así que a partir de ahora nada de salidas a solas.
-¿Qué? ¡Pero...!-¡Nada de peros, princesita! ¡Lo hacemos por tu bien!-acordó mi papi, mirándome con cariño.
-¡No puedo creer que me vayáis a buscar una niñera! ¡Ya no soy un bebé! ¡Puedo cuidarme sola!
-¡Ayer nos demostraste lo contrario! ¡Así que a partir de ahora irás acompañada a todos los sitios! ¡Al menos hasta que nos demuestres que eres responsable!
-¡Pero esto no es justo! ¡No pienso ir con esa persona a ninguna parte!- exclamé, cada vez más enfadada.
-¡No te preocupes, cielo! ¡Ya hemos hablado con esa persona y está de acuerdo! ¡Ya verás como será de tu agrado!
-Pero… ¿Quién es?- pregunté, entremezclando mi enfado con la curiosidad que esa persona me producía.
-Pronto lo descubrirás, princesa. No estropees la sorpresa. Ahora termina tu desayuno y después podrás descansar un poco- me dijo mi papi, mientras besaba mi frente.
Mis padres abandonaron la habitación, dejándome totalmente intrigada a la vez que molesta. ¿Quién sería aquella persona que se iba a convertir en mi guardaespaldas? Definitivamente, parecía que las cosas cada vez iban a peor.
POV PuckEl sonido de mi móvil se encargó de despertarme aquella mañana de domingo. Al momento lancé uno de los cojines de mi cama contra el aparato, rogando porque aquella persona colgase y me dejase continuar con mi plácido sueño. Sin embargo, esa mañana todo parecía estar en mi contra, ya que segundos después mi madre apareció tras la puerta, con el cesto para la ropa sucia en la mano.
-¡Noah Puckerman! ¿Qué horas son estas para estar durmiendo? ¡Ya mismo te quiero abajo, así que mueve tu trasero ahora mismo o seré yo misma quien te lleve de la oreja!- me gritó mi madre, correteando de un lado a otro de mi habitación, abriendo las cortinas de golpe, de modo que la luz entró de lleno en la estancia, deslumbrándome por completo.
-¡Mamá! ¡Sólo es la una y media! ¡Es domingo, es un día para descansar!
-¡No seas holgazán, Noah! ¡Ya mismo te quiero abajo, tienes una llamada!
Las tres palabras “tienes una llamada” hicieron que mi mente se despejara al instante, comprendiendo que aquello sólo podía significar una cosa: por fin había llegado el día en que volvería a ver a la que ahora iba a ser mi protegida: Rachel Barbara Berry. Me levanté de la cama de un salto, asustando ligeramente a mi madre para después bajar corriendo las escaleras, respondiendo al teléfono en cuanto llegué al salón, con evidente nerviosismo en la voz.
-¿Sí?- pregunté, mientras sentía que por primera vez en mi vida me sudaban las manos de los nervios que tenía.
-¿Noah, eres tú?- me preguntó la persona que había al otro lado del teléfono.
-¿Señor Berry? ¡Sí, soy yo! ¡Dígame!- contesté apresurado.
-¡Hola, Noah! ¿Recuerdas lo que mi marido y yo te comentamos el otro día?
¿Cómo podía preguntarme si lo recordaba? Aquel día podría decirse que fue el mejor de mi vida, pues desde hacía algunas semanas había empezado a sentir algo muy especial por Berry y simplemente no sabía cómo acercarme a ella. Sin proponérmelo, la oportunidad perfecta se presentó ante mí cuando sus padres me pidieron que a partir de ahora fuese una especie de cuidador para ella. Al momento acepté la oferta sin dudar, iba a demostrarle a Berry que me importaba de verdad y le haría olvidar todo el daño que Finn le había causado, costara lo que costase.
-¿Noah? ¿Sigues ahí?- me gritó el padre de Berry, al otro lado del teléfono.
-¡Sí, sí! ¡Disculpe, señor! ¿Qué me decía?
-Te preguntaba si recordabas lo que mi Leroy y yo…
-¡Ah, sí, sí! ¡Lo de acompañar a su hija a todos lados! ¿Se refiere a eso, no?
-Sí, en efecto. ¿Te importaría empezar ahora mismo?
-¿Ahora? ¿Berry…esto… Rachel quiere salir a estas horas?
-En realidad… es otro el problema… nuestra princesa lleva ya dos días encerrada en su cuarto y no sabemos qué hacer para animarla. Si te pedimos a ti el favor de ser su protector es precisamente porque sabemos que sois amigos. ¿Te importaría venir un rato y charlar con ella? Si quieres puedes quedarte a comer con nosotros.
Por un lado no pude evitar sonreír ante la idea de volver a verla, pero el saber que Berry estaba encerrada en su habitación sin salir, me preocupaba mucho. No sabía porqué, pero sospechaba que todo esto tenía que ver con una sola persona: Finn Hudson. La sola mención de su nombre hacía que mis puños se cerrasen, debido a la rabia que sentía al saber lo mucho que él le importaba a Berry y lo mal que él se portaba continuamente con ella, tratándola como si fuese una chica más del montón. ¿Acaso Finn no podía ver lo que él mismo veía? Berry no sólo era una chica especial y talentosa, también era increíblemente hermosa y, para que negarlo, condenadamente sexy. Seguí hablando con el padre de Berry unos minutos más, para finalmente acordar que estaría en su casa en quince minutos. En cuanto colgué el teléfono, subí las escaleras a toda prisa, yendo al baño, dónde me di una ducha rápida, me vestí y después salí disparado hacia mi antigua furgoneta. Arranqué el motor con rapidez y justo a mitad de camino caí en la cuenta de que no podía presentarme así como así frente a Berry, sin al menos tener una excusa que justificara mi visita un domingo por la mañana, de modo que paré el coche justo en frente de la primera tienda que encontré que abriese aquel día. Tras dar miles de vueltas a la tienda, por fin encontré algo discreto pero especial que supe que le encantaría. Sin pensarlo dos veces lo cogí, lo pagué y volví a mi coche a toda prisa, que finalmente me llevó hacia casa de Berry. Una vez allí, me bajé del coche de un salto y fui con paso ligero hacia la puerta principal, dónde ya me esperaban los padres de Berry, con un gesto preocupado.
-¡Por fin llegaste! ¡Tienes que subir! ¡Lleva varios días ahí encerrada y sólo sale para ir al baño!
-No se preocupen, yo hablaré con ella- les dije, con decisión.Ambos hombres se sonrieron entre sí, para después hacerse a un lado, dejándome pasar dentro. Antes de que pudieran cerrar la puerta de entrada, yo me había dirigido corriendo hacia las escaleras, que subí de dos en dos, para después caminar por el pasillo, hasta que el sonido de una puerta hizo que me paralizase. Sin embargo, la imagen que vino después sí que me dejo totalmente petrificado: allí, en medio del pasillo, me encontré a Berry, vestida con un pijama rosa en dos piezas, su pelo castaño hecho un desastre y con los ojos rojos, de haber llorado durante varios días seguidos. Lo que pasó después fue tan rápido que apenas tuve tiempo de reaccionar, cuando sentí como emitía un grito de horror, para después correr de vuelta a su habitación, a la que logré entrar de milagro, asomando mi cabeza tras la puerta, antes de que se le ocurriera encerrarse de nuevo allí dentro.
-¡Vamos, Berry! ¡No es para tanto, créeme que he visto mujeres en peor estado que tú!
A modo de respuesta, recibí un cojín contra mi cara, sintiendo como ella me daba la espalda, sentada al borde de la cama.-¡Cállate, Puckerman!- chilló, muy molesta a la vez que sorprendida- ¿Qué demonios estás haciendo en mi casa?- mientras se sonaba la nariz y trataba de recoger su hermoso cabello en una coleta.
-Bueno, simplemente pasaba por aquí y pensé que quizá ya me echabas de menos, Berry…- le dije, con mi mejor sonrisa seductora, para después guiñarle un ojo.
Rachel roló los ojos, sin creerse para nada mi primera respuesta, de modo que tendría que pasar al plan b.
-¡Dime la verdad! ¿Te han llamado mis padres, verdad?- preguntó ella, girándose por primera vez aquella mañana para mirarme directamente a los ojos.
Por un instante me perdí en aquel mar de chocolate que formaban sus ojos. ¿Cómo podía con una sola mirada expresar tanta ternura y fragilidad al mismo tiempo? Me quedé mirándola embobado, hasta que ella me golpeó en un brazo.
-¡Noah! ¿Me estás escuchando? ¡Te pregunté si te llamaron mis padres para que vinieras!
En ese momento volví al planeta Tierra, no sin lamentar haber abandonado el planeta Berry. La miré seriamente durante algunos segundos, para después mostrarle una caja, dónde estaba el regalo que le había comprado aquella mañana. No pude evitar sonreír con picardía al ver su rostro de absoluta sorpresa, al tiempo que extendía sus manos para recoger el paquete, que abrió lentamente, sin quitar ese gesto de asombro. Cuando descubrió lo que éste contenía, me miró con una mezcla de extrañeza y desconfianza.
-¿Qué significa esto, Puckerman?- preguntó, mientras me mostraba la diadema que había escogido para ella y que tenía una hermosa estrella dorada en un lateral.
-Bueno, en realidad vine para traerte esto. Tú siempre dices que las metáforas son importantes, Berry. Así que mi metáfora es esa diadema, es tan hermosa y brillante como tú- dije, mirando hacia otro lado, para que no pudiese notar el leve rubor que cubría ahora mis mejillas.
-¿En… en serio piensas eso de mí?- me preguntó con la boca semiabierta- ¿Seguro que no se la quitaste a tu hermana, Noah?- me dijo, con algo de desconfianza todavía, pero sin poder evitar sonreír ante su nuevo accesorio.
-¡Claro que no!- me defendí- tampoco la robe- le dije, al ver que abría la boca para volver a preguntar algo- De hecho, eres una de las pocas chicas a la que le he comprado algo, así que valóralo, Berry- le expliqué al tiempo que me tumbaba en su cama y ponía las manos detrás de la cabeza mientras me puse a examinar su habitación con curiosidad- ¿Y bien, Berry? ¿Cuánto tiempo hace que no sales de esta madriguera?
-Si por madriguera te refieres a este cuarto, hace un par de días. ¿Pero total, a quién le importa lo que yo haga con mi vida? ¡No soy más que Rachel Berry, una perdedora a los ojos de todos! ¡Ni siquiera he podido conservar a la persona que quiero!
-Te equivocas, Berry. A mí sí me importas, y mucho- dije, intentando sonar desinteresado, pero el brillo que se adueñó de sus ojos me hizo entender que había fracasado en el intento.
-¿De verdad te importo tanto?- me preguntó, al borde de las lágrimas.
-¿Es que acaso no lo ves, Berry?- le pregunté, suspirando mientras negaba con la cabeza y me incorporaba para sentarme a su lado- Tú eres una estrella, Berry. La más grande y brillante que haya visto jamás en mi vida. ¿Y sabes qué? Las verdaderas estrellas brillan con luz propia y no necesitan a nadie detrás de ella para sentirse seguras. Si de algo estoy seguro, es que tú eres una de ellas, de modo que no dejes que nadie te haga pensar lo contrario.
-Gracias, Noah- me agradeció, con una de esas sonrisas que hacían que te desmayases allí mismo.
-No es nada- resolví, quitándole importancia al asunto- De todas formas, si Hudson o algún otro te hace sentir mal siempre puedo encargarme yo de partirles las piernas- dije, encogiéndome de hombros.
-¡Noah, ni se te ocurra!- me advirtió ella, con semblante serio y cruzando los brazos.
-¡De acuerdo! ¡Tranquila, Berry! ¡Prometo que me portaré bien! ¡Además, ahora vamos a pasar mucho tiempo juntos y tendrás que acostumbrarte!
-¿A qué te refieres con “pasar mucho tiempo juntos”?- preguntó ella, extrañada.
-¡Ah, eso! Bueno, en realidad es una tontería. El otro día me llamaron tus padres y me dijeron que a partir de ahora me encargue de llevarte al McKinley y protegerte, para que no te pase nada.
-¡Lo sabía! ¡De modo que ellos te enviaron! ¡Lo de la diadema es sólo una excusa!- me reprochó, con su dedo índice apuntándome de forma acusadora.
-¡No! ¡De acuerdo, sí! ¡Pero las cosas no son como crees! La otra noche tus padres me llamaron muy preocupados y me suplicaron que a partir de ahora cuidara de ti ya que saben que Finn y tú ya no estáis juntos.
-¿Qué es lo que sabes exactamente?
-En realidad no mucho, pensé que tú misma me lo contarías- respondí, encogiéndome de hombros.
De repente, el silencio se adueñó de la habitación durante unos minutos en los que ella se dedicó a pasear de un lado para otro del cuarto, mientras yo me desesperaba más y más a cada momento.
-Sigo esperando una respuesta, Berry.
-Ya no significo nada para él…- dijo ella finalmente, con un hilo de voz.
-¿Có… cómo?-El otro día fui a casa de Finn a llevarle un pastel. Pensé que ya había pasado el tiempo suficiente para que olvidara todo lo que pasó entre nosotros y que me perdonara. Sin embargo, ha estado empleando este tiempo en algo mejor- finalizó ella, bajando la cabeza, muy afectada.
-¿De qué demonios hablas, Berry?-Quinn Fabray, Finn y ella vuelven a estar juntos- dijo ella, con evidente tristeza en la voz.
Aquella noticia de última hora me dejó petrificado. ¿Realmente Finn la había olvidado tan rápido y había ido corriendo a los brazos de Quinn? Todo aquello me pilló desprevenido, sin embargo, no pude evitar alegrarme un poco, pues aquella noticia me acercaba cada vez más a Berry.
-Vaya… eso sí que no me lo esperaba, ¿estás segura de lo que me estás diciendo?
-Completamente segura, los vi abrazados el viernes en la puerta de su casa. Se miraban de forma especial, como cuando estaban juntos.
-¿Qué pasó después? ¿Qué hizo Hudson?- pregunté, furioso de repente con mi ex mejor amigo, por hacer sufrir a mi protegida de ese modo.
-¿Crees que me quedé allí para verlo, Puckerman? ¡Lo que menos quiero son detalles!- me espetó, cada vez más herida, mientras se sentaba en la cama, abrazando sus rodillas.
-¡Ey! ¡Tranquila, Berry! ¡No pasa nada, ven aquí!Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba junto a ella, abrazándola con fuerza, mientras mis dedos se perdían entre la suavidad de sus cabellos.
-Si Hudson no ve lo especial que eres, es que no te merece, Berry. ¿Por qué no intentas volver a ser la de antes? No deberías dejar que nadie te eclipse, tienes demasiado talento como para desperdiciarlo por un chico que ni siquiera se da cuenta de la mujer tan increíble que tiene en frente.
Sin más, cogí la diadema que le había regalado y la deposité en sus manos, que se quedaron mirando el objeto en silencio.
-Tan sólo piensa en lo que te he dicho, ¿vale?- dije, para después dirigirme a la puerta- ¡Mañana vendré a recogerte para ir juntos al McKinley, Berry! ¡Cuídate!
Dicho esto, cerré la puerta tras de sí, sin poder evitar sonreír al ver que la idea de pasar tiempo juntos no le disgustaba del todo. Bajé las escaleras para encontrarme con sus padres, que esperaban impacientes por saber cómo se encontraba su hija. Les tranquilicé y les pedí disculpas por no quedarme a comer y me fui a casa con una gran sonrisa en mis labios: aquella mañana marcado un antes y después, pues acababa de nacer una nueva Rachel Berry.
POV RachelLas palabras de Noah se quedaron grabadas a fuego lento en mi mente, de modo que no podía pensar en nada más. Por más que buscaba excusas que rechazaran su teoría, sabía que en el fondo el moreno tenía razón y debía salir de todo esto y superar lo de Finn de una vez por todas. La pregunta era: ¿Cómo? ¿Acaso se puede olvidar a la persona que amas tan fácilmente? Definitivamente estaba convencida de que aquello era imposible, pero si quería que mi estrella volviera a brillar como antes debía hacer un esfuerzo y tratar de superar todo esto. Después de todo, no estaba tan sola, tenía unos padres maravillosos y dos buenos amigos que sabía que jamás me abandonarían. Me acerqué al espejo con decisión, para después soltar mi cabello y cepillarlo, poniéndome finalmente la diadema que Noah me había regalado y que combinaba a la perfección con mi colgante. Durante varios segundos me observé con atención, algo insegura, pero finalmente sonreí al darme cuenta de que Noah tenía razón: era el momento de volver a brillar, de renacer. Una nueva Rachel Berry acababa de resurgir de sus cenizas y esta vez nada ni nadie la iba a detener.
¡WOW! ¡Parece que por fin veremos a Rachel renovada! ^^! ¿Qué pasará con Rachel, ahora que su vuelta al McKinley es inminente? ¿Qué pasará con Finchel? ¿Puckleberry será algo más que una simple amistad? ¡DESCÚBRELO EN "VOLVER A EMPEZAR"!