Finn aquella mañana se había despertado feliz tarareando cualquier canción, bajó las escaleras de su nueva casa y se sentó frente a la televisión para disfrutar de la programación navideña.
Kurt se unió a él más tarde, se había levantado antes pero se estaba preparando el desayuno.
- Que temprano te has levantado hoy- le dice mientras se sienta a su lado con un bol de cereales en la mano.
- ¿Si?- pregunta sonriente- será que me invade el espíritu navideño- dice mientras sonríe y le roba unos cereales a su hermanastro- por cierto ¿qué vas a querer por navidad?
- ¿Un novio? – contesta bromeando mientras aparta el bol para que no le quite más cereales.
- Venga ya, pide algo en serio.
- Hablo en serio- dice con una sonrisa- y tú ¿qué quieres?
- Sonará a tópico, pero una bufanda me sería muy útil.
- Está bien, te haré una, creo que el gris marengo te sienta muy bien- se levanta de golpe- creo que debería ir comprando la lana…
- Guay ¿vas a hacerla tú?- sonríe agradecido- pero… espera… no me has dicho- comienza decir mientras le ve marcharse- lo que quieres de verdad…
Pocos días después Finn sigue buscando que regalarle a Kurt, ha buscado en sus catálogos de ropa, nada asequibles, preguntado a Burt y a Mercedes, pero sigue sin solución, hasta que de pronto se encuentra con alguien que puede cambiar la situación.
- Hey, Sam- le llama- pareces decaído, tío ¿ha pasado algo?
- Me ha dejado…- dice tristemente- Quinn me ha dejado hace unos días, sin dar explicaciones.
- Pues… - se queda pillado, sin respuesta aparente, pero con una gran idea en mente- deberías hacer una cosa, deja de pensar en ella y disfruta, sal con otra gente y diviértete, pasarlo bien te ayudará a olvidar.
- ¿Crees que es buena idea?
- Por supuesto, y tengo una buena propuesta.
Finalmente llega el día de navidad y los hermanos se reúnen en una cafetería para darse sus regalos.
- No entiendo porqué hemos tenido que venir aquí- se queja Kurt sentándose en una de las mesas.
- Es que mi regalo sólo te lo puedo dar aquí- contesta Finn sonriente sentándose también.
- Bueno, pues toma- le entrega un paquetito envuelto en papel brillante con un enorme lazo.
Finn lo desenvuelve y es una bufanda gris claro y marengo a rayas.
- Es genial- dice poniéndosela- justo lo que quería.
- ¿Cuál es mi regalo? – pregunta impaciente.
- Creo que no tardará en llegar.
Sam llega corriendo hacia la mesa, con un abrigo y una bufanda azules, e incluso guantes, con cara de estar muerto de frío.
- Siento llegar tarde- se disculpa- me ha pillado un atasco.
- Tranquilo, acabamos de sentarnos.
Kurt se siente ajeno a la conversación pero decide hablar.
- ¿Qué hace aquí Sam? –pregunta nervioso.
- Pues… - se ríe Finn- bueno, te haces cargo ¿no? –le dice al rubio levantándose- he quedado con los chicos de equipo así que me tengo que ir, que os divirtáis…
- Pero… pero… Finn… - Kurt se queda mirándole marchar mientras Sam se coloca en su sitio.
Ambos se quedan mirándose tímidamente en silencio como si no se conocieran de nada.
- No sé qué te habrá dicho Finn pero siento que te hayas visto obligado a…
- No, que va- dice sonriendo- he venido porque he querido, Finn me dijo que habíais quedado hoy y ya que estaba sin plan pues he decidido venir. La verdad es que tenía ganas de verte, desde que te fuiste a Dalton a penas nos hemos visto.
- Ya veo…
- Además, no es como si fuese una cita ¿no?- se ríe- me dijo que también vendría Mercedes y tu amigo Blaine.
- ¿Qué?
- ¿No?
- Quiero decir… sí, claro…
- Aunque no me importaría pasar la tarde contigo, la verdad, desde que nos conocimos, creo que eres la única persona que ha sido honesta conmigo.
- ¿En serio?- se sonroja- que… ¿qué me dices de Quinn?
Se queda en silencio.
- Ella me ha dejado… -se pone muy serio.
- Oh dios…- piensa Kurt algo traspuesto- ¿cómo puede ser Finn tan retorcido?
- Pero no quiero hablar de eso… - continúa- ¿no tardan mucho estos dos?
- Ahora que recuerdo, Blaine me dijo que no sabía si podría venir…
- Vaya y ¿Mercedes?
- Ni idea… - no sabe que escusa poner.
- Bueno ¿y si vamos pidiendo algo de comer?
- Claro.
Pasan las horas y ambos se van dando cuenta de que tienen cosas en común, y conocen aspectos de sus personalidades que jamás sospecharon que tendrían.
- Así que ¿eres aficionado a la ciencia ficción y los comics?
- Pues sí, desde muy niño siempre me han gustado – sonríe el rubio feliz por el interés de su amigo.
- Creo que la única película que he visto de ciencia ficción es Wolverine…
- ¿Te gusta X-Men?
- Hugh Jackman está de muerte.
Sam comienza a reírse, nunca hubiese esperado tal respuesta y le choca pero a la vez le divierte, mientras que Kurt sonríe tímidamente y se arregla el pelo.
- Qué lástima que no podemos hablar así más seguido.
- Bueno, siempre podemos llamarnos y quedar…
- Tienes razón- coloca su móvil sobre la mesa y lo empuja hacia Kurt- apúntame tu número.
Kurt no sabe qué hacer ni que decir pero ante la insistencia de Sam coge el móvil y guarda su número en la agenda.
- Espero que no tengas ningún otro Kurt –bromea sin saber muy bien cómo actuar.
Deja el teléfono de nuevo en la mesa y justo cuando va a soltarlo, la mano de Sam se aproxima a recogerlo y se tocan, por unos segundos ninguno de los dos hace el amago de apartarse, pero finalmente Kurt lo hace avergonzado.
- Te doy… te doy un toque para que guardes mi número…
- De acuerdo…
De nuevo el silencio y la vergüenza se apoderan de la conversación y ninguno de los dos hace nada, sólo el sonido del móvil de Kurt con la canción “The most wonderful day of the year” ambienta de forma navideña el ambiente.
- Ya ves…- dice de pronto- ambiente navideño hasta en el móvil…
Sam sonríe dulcemente, lo cual hace reaccionar a Kurt inesperadamente y le hace levantarse de golpe.
- ¿Ocurre algo?- se preocupa el rubio.
- No, es que se me ha hecho tarde, creo que volveré a casa.
- Espera, te acompaño, tengo el coche.
- No es necesario, de verdad- Kurt se va hacia la puerta cuando Sam le detiene agarrándole la mano.
- Espera, no me importa acompañarte.
Se miran por unos segundos como hipnotizados, buscando en sus ojos respuestas a preguntas sin realizar.
- Vaya, vaya- oyen una voz femenina junto a ellos- otra pareja afortunada- resulta ser la camarera que llamando la atención de todos.
- ¿Qué? ¿pareja afortunada?- se asombran ambos.
- Claro, estáis bajo el muérdago.
- Tenéis que besaros- grita alguien entre las mesas.
Kurt traga saliva mientras Sam aprieta fuertemente su mano.
- ¿Vas a hacerlo?- pregunta Kurt nervioso con manos temblorosas.
- ¿Quieres que lo haga?
Kurt desvía la mirada, una pregunta como esa viniendo de él le hace ruborizarse e inconscientemente acaricia su mano, lo que para Sam es una señal de aprobación y sin pensarlo, le besa.
Sus manos están entrelazadas y se aprietan, al igual que sus labios que se buscan y besan como si de esa forma no volviesen a separarse jamás.
- Oh dios…- susurra Kurt a unos milímetros de los labios de Sam- … te quiero…
La gente comienza a chillar y a aplaudir como si fuese una boda. Ambos salen de allí, avergonzados, pero aun así agarrados de la mano. Suben al coche y siguen sin hablar, incluso tras un buen rato de viaje con paradas en semáforos, ninguna de los dos dice nada. Finalmente, llegan a la residencia Hummel.
- Sam, quizás no debí decir aquello… yo… - Kurt mira tímidamente a su amigo, ambos están aún sentados en el coche, y él se dispone a abrir la puerta- de verdad… lo sient… - Sam le interrumpe con un beso.
- No tienes que disculparte por nada- concluye con una sonrisa.
Kurt se baja del coche y va hasta la puerta, Sam le mira desde el coche sonriente y se despiden con la mano. Abre puerta con sus llaves y cruza la entrada, justo entonces la voz de Finn le detiene.
- ¿Qué tal? ¿Te gustó el regalo?
- Genial… era justo lo que quería- dice con una sonrisa tonta.